martes, 11 de diciembre de 2012

Evolución lingüística de la península ibérica




El destino de las lenguas, como toda creación humana es la temporalidad, es decir, la limitación cronológica de su vigencia.  De las 6.500 que se hablan actualmente, todos los años mueren unas cuantas, difíciles de cuantificar, en beneficio de las mayoritarias. La convivencia de unas y otras conlleva una relación conflictiva que termina decantándose por la hegemonía de una de ellas, en tanto que las demás devienen minoritarias hasta entrar en vías de extinción. Los ejemplos serían incontables. ¿Quién se acuerda en Egipto del idioma que hablaban sus ancestros constructores de las pirámides? Lo que está claro es que la vida de una lengua está vinculada a los avatares históricos y que cuando una nación es invadida por otra, el invasor impone la suya. Así ocurrió en Iberoamérica con la llegada de los españoles y portugueses, y a la inversa, lo que experimentó el español en Filipinas, desaparecido tras la invasión estadounidense, sustituido por el tagalo y el inglés.
    La Península Ibérica, en los tiempos más antiguos de que se tiene noticia, estaba poblada por distintas etnias, cada una con su habla propia, de origen desconocido, como el ibero en la costa mediterránea o el eusquera en el Norte; otros pertenecían a la familia indoeuropea como el celta o el celtibérico, en la meseta.
    Con la colonización romana se impuso el latín, y su propagación hizo desaparecer todas las demás, con la excepción del eusquera, con lo que casi se logró por primera vez la unidad lingüística peninsular.
    Esta situación cambió con la invasión de los bárbaros en los siglos V y VI (godos, vándalos, suevos y visigodos) que impusieron sus lenguas germánicas, si bien pronto sus aristocracias se apropiaron del latín.
    Nuevamente cambió el panorama idiomático con la llegada de los árabes en 711, los cuales introdujeron su lengua y el bereber, se extendieron sobre todo por el centro y Sur de la Península, que fue donde se mantuvieron por más tiempo. Por el contrario, en el Norte pronto se inició la reconquista en las cordilleras cantábrica y pirenaica que se prolongó durante varios siglos. A medida que iban siendo empujados los árabes hacia el Sur se iba sustituyendo el árabe por las lenguas romances derivadas de latín, formadas a partir de la Baja Edad Media con aportaciones germánicas y árabes.
    Sus principales representantes son el catalán, el castellano y el gallego. Este último llegó a tener gran predicamento como muestran las cantigas de Alfonso X el Sabio, pero la hegemonía política de Castilla convirtió el castellano en lengua dominante.
    Con la culminación de la Reconquista en 1492, tras casi ocho siglos de lucha armada, los árabes emigraron al Norte de África de donde habían venido, y con la expulsión de los llamados moriscos en 1609 se extinguió el árabe en la Península Ibérica.
    Portugal, que vivió ocupaciones similares a las de España, al independizarse en el siglo XII, formaba parte del territorio lingüístico galaico, fue formando su propio idioma evolucionando desde el gallego común, y al romperse la anexión de España en 1640, se libró de la influencia castellana.
    A lo largo de los siglos, nuestros antepasados se han expresado en diversos lenguajes. ¿Cuáles utilizarán nuestros sucesores? ¿Cuando la humanidad podrá entenderse en uno común?

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